Clima y Vegetación

El ambiente climático de la provincia es tremendamente variable. Las precipitaciones van disminuyendo de norte a sur pasando de los 2.500 mm. en las cumbres pirenaicas, a los 1.200-1.500 mm. en Guara, descendiendo a 400-500 en la Hoya de Huesca y 350 en Fraga (que unido al calor crean una perdida casi total por evaporotraspiración). También disminuye a su vez de oeste a este.

Las temperaturas, aumentan de norte a sur en función de la altitud. Es importante el fenómeno de la inversión térmica que hace que en períodos de estabilidad atmosférica, haya mas temperatura en las laderas que en las zonas bajas. Se suele producir en invierno, principios de otoño y finales de primavera

Es importante también la facilidad con que se presentan nieblas en la zona llana.

El viento del noroeste o Cierzo, es otro dato importante y característico de esta zona y que nos acompaña bastantes días a lo largo de año.

En cuanto a la vegetación según ecribe Ana Castelló Puig en el libro Huesca - Editorial Mediterráneo-

"...el relieve extremadamente contrastado, las variaciones climatológicas, las litológicas y las edáficas contribuyen a generar un paisaje vegetal muy complejo. Desde las altas cumbres a las depresiones existe una gran diversidad espacial y temporal, muy difícil de sintetizar porque, a las características propias de cada zona en concreto, se deben añadir las modificaciones introducidas por el hombre, que constituyen el factor más importante de transformación del paisaje vegetal.
A partir de la cota de los 800 metros, se puede establecer una línea divisoria, que separa el dominio de la vegetación de montaña y el de la zona llana, ambas muy diferentes en la densidad y en las asociaciones vegetales. Incluso existe diferencia entre las altas cotas de la zona axial y la vegetación de las Sierras Exteriores, con ambiente más seco, y entre las exposiciones a solana y umbría.

En el Pirineo la vegetación se dispone en sucesivos pisos altitudinales, aunque presentan modificaciones debido a la diferente orientación de los valles, al contraste marcado por las exposiciones y a la influencia tradicional de la acción antrópica. En principio encontramos el dominio del quejigal, que se ha reducido en muchos casos al estadio arbustivo o matorral, dependiendo del estado de degradación en que se encuentra; en algunas zonas está con el pino laricio y, en condiciones adecuadas, con el boj y los encinares. En una posición más elevada, el robledal y el pino albar, que ceden su puesto al hayedo en la parte más húmeda de los valles occidentales, hasta llegar al dominio del pino negro, con el consiguiente matorral de arándanos y rododendros, preludio de las formaciones herbáceas de la pradera alpina, con la típica "tasca", formada por especies del género Festuca.

En la tierra llana, con condiciones físicas muy diferentes, la vegetación es distinta a la de montaña e igualmente presenta contrastes internos, que se reflejan en las formaciones vegetales. La falsa uniformidad está matizada por las variaciones que introduce el gradiente pluviométrico, desde la zona de contacto con las Sierras Exteriores hasta el límite provincial en el sur. Además, los relieves tabulares escapan de la monotonía del entorno, puesto que la altitud introduce una variante ecológica diferenciadora. Se puede generalizar haciendo extensiva la presencia del carrascal, con sotobosque propio de un dominio mediterráneo continental, bastante degradado y regresivo dando lugar a la aparición de matorrales tipo garriga; en muchos miles de hectáreas, la fiebre roturadora las ha convertido en áreas de cultivo cerealista.

En el límite de la provincia, el sabinar antaño predominante ha quedado reducido a pequeñas áreas en torno a la Sierra de Alcubierre, reducto de una formación esteparia más amplia en el pasado..."